El mito del Eterno Retorno
Abel Ibarra
Existe una gleba electoral subvencionada monetaria y emocionalmente por Chávez que tiene una cabeza borbónica: no olvida ni perdona, a lo que habría que agregar que tampoco aprende, aparte de que tiene un corazón que no escucha el rumor de la calle y se contenta con seguir a pie juntillas el soliloquio de sus latidos mezquinos que no les permiten ni siquiera leer la prensa.
Cuando el otrora Júpiter tonante se vio obligado a confesar que sufría una grave enfermedad (no la nombro por Cábala), comenzaron las plañideras a destajo a jurarle su amor eterno (no vaya a ser que se recomponga) y a lamentarse de que éste pueda no regresar a su pasado de super héroe jactancioso, porque sin él “no se sabe que va a hacer la oposición con nosotros”.
Bueno, la oposición en sus distintas vertientes, porque de eso se trata la democracia, de la diversidad de opiniones como la gasolina que hace mover la vida política civilizada, ha dicho a través de sus voceros de la Mesa de la Unidad Democrática que derrotar a Chávez marca el comienzo de la reconciliación entre los venezolanos, que nos hemos visto obligados a medio vivir en un charco de odio, chantaje y exclusión, que dejó por fuera todo sentido de convivencia.
Todos los precandidatos de la oposición, en un empeño plural por zanjar este barranco de diferencias que nos acogota, han declarado que un objetivo fundamental es conquistar precisamente “el pueblo chavista”, ese mismo que en el pasado votó por varios de los partidos que hoy conforman la Mesa de la Unidad, pero que cayó bajo el embrujo fetichista de un alucinado que trajo consigo un desastre peor que la enfermedad que prometió curar y, ahora, están del “viaje de regreso del sueño”, como diría nuestro Andrés Eloy Blanco, trovero, venezolano y universal.
Un claro ejemplo de esa real intención reconciliatoria la están dando dos amigos muy cercanos, viejos militantes de Acción Democrática, Rafael Marín y Henry Ramos Allup, quienes, conscientes de los errores cometidos en el pasado, se han enmendado la plana ellos mismos siguiendo la pauta de aquel Fénix que se fabricó alas nuevas de sus propias cenizas.
Rafael Marín, luego de haber tenido una larga figuración en organismos públicos y una ascendente carrera dentro de su partido, llegó a ser Secretario General, hasta que en unas elecciones internas perdió esa posición frente a Ramos Allup, quien ha tenido que asumir con éxito la reconstrucción de partido y se ha convertido en una de las espinas que más se le clava en los zapatos a Chávez.
Rafael, dicho sea de paso, la está contando de lavativa porque, cuando estaba al frente de su cargo y siendo diputado a la Asamblea Nacional, se convirtió en una importante figura de la oposición y Chávez (quien fuera su subalterno cuando era teniente especializado en sancochos por los lados de Apure y Rafael su Gobernador) le ordenó al lengua mocha de Freddy Bernal, perito en emboscadas, que lo sacara de juego y éste obedeció mandando a sus hordas a clavarle una viga doble “T” en la cabeza.
El bravo del Rafael se salvó por una ñinguita y se tuvo que ir con un asilo político a España, no fuera a ser que Bernal quisiera probar nuevamente puntería con su testa dura.
Ahora está de vuelta a su partido y será recibido por Ramos Allup en un acto especial de la reconciliación, en el cual Marín va a encabezar la reincorporación de 1500 ex adecos, ahora ex chavistas que se cansaron de los afanes del bravucón, que se hizo pasar por potro vengador denostando hasta de la Iglesia y ahora es una potranca zaina conversa.