Saturday, October 22, 2011

Discurso de Alexis Ortiz al recibir el premio Cervantes de la Universidad NOVA de Florida.

El vinculante ritual de caballería andante obliga a inaugurar la noche con el agradecimiento a los directivos de la Universidad Nova de Florida, quienes en alarde de generosidad me distinguieron con un galardón que luce, nada menos, el nombre del perínclito Miguel de Cervantes Saavedra, la flor del idioma castellano. 

Me place hacer mención especial de Armando Rodríguez, Carmenza Jaramillo, Laura Rovira y Pedro Mena, porque los poetas José Martí y Aquiles Nazoa proclamaron que la amistad es el invento más bello del hombre. 

Y no puedo malograr este lance escatimando reconocimiento a mis mujeres: 

A Edith Bravo, mi madre, en vida ella encontró su modo de desfacer entuertos, como educadora de niños de preescolar; 

A Teresa mi Dulcinea del Río de la Plata; 

Y a mis hijas Gabriela María Margarita y Delvis Gabriela del Valle, que no se avergüenzan cuando me da por embestir molinos de viento. 

Pero precisemos el juego para que no se encabrite y desmande, esta noche no la vamos a despilfarrar en homenaje a un modesto escritor y político como yo, sino en provecho del creador del Quijote, la figura más libertaria, justiciera y fascinante de nuestra cultura hispánica. 

La verdad es que mi único mérito es amar la lengua que permitió al Arcipreste pecar en poesía; a Nebrija unir las voces del imperio; a San Juan de la Cruz y Teresa de Cepeda conversar íntimamente con Dios; a Fray Luis derramar tolerancia; a Quevedo hechizarse con el mundo; a Darío derrapar en los salones celestiales; a Lorca cantar a los preteridos; y a Borges escrutar la ironía del Altísimo que le dio a la vez “los libros y la noche”. 

Esta lengua cuyos acentos precursores ya le fueron familiares a Averroes, el árabe y su discípulo Maimónides, el judío. Este idioma que es y será hasta la noche de los tiempos, el de Cervantes. 

Y es del excelso hidalgo de Alcalá de Henares que vamos a hablar unos minutos. De Cervantes, el manco de la batalla de Lepanto: “la más alta ocasión que conocieron los siglos”; el asiduo de la cárcel: “donde toda incomodidad tiene su asiento”; el por un interminable lustro cautivo de los moros en Argel; el siempre sospechoso para el Santo Oficio; en fin, hablar de un hidalgo pobre, de origen converso, “un entreverado loco lleno de lúcidos intervalos”, que entregó a la posteridad su Quijote, el más rutilante de los personajes literarios que en el mundo han sido. 

Por el Andariego de Alcalá, Toledo, Valladolid, Madrid, Roma, Nápoles, Lepanto, Oran, Argel, Sevilla y Lisboa, por el que la errática monarquía negó permiso para venir a “hacer la América”, por el incomprendido por sus contemporáneos que fallaron en entender que él había escrito la novela final, perfecta, del género de Caballería y, al propio tiempo, la primerísima entre todas las novelas; por ese hombre que en su amor por la libertad procuró liberar su obra de sí mismo, presentándose como simple traductor de un autor árabe, Cide Hamete Benengeli, por él y por más nadie nos reunimos esta noche a levantar una copa agradecida. 

Cervantes a través del Quijote, en franco desafío a monarcas estólidos y opresivos, enarboló la bandera del libre albedrío que ampara a las criaturas diseñadas a imagen y semejanza de su Creador: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y se debe aventurar la vida, y, por el contrario el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres”. 

Y a través de ese personaje insuperable, Miguel de Cervantes retó la intolerancia muchas veces homicida del Santo Tribunal de la Inquisición: “Sancho, eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mí el yelmo de Mambrino y a otro le parecerá otra cosa”. 

En estos días que trepidan en medio de una existencia azarosa, frívola, rutinaria, mediática, consumista y ruidosa, debemos celebrar la sabiduría de la Universidad Nova, que escogió para su premio el nombre de Don Miguel de Cervantes Saavedra, el más excelso caballero andante que en una edad dorada iluminó el planeta, con su presencia de genio vivencial y atrevido. 


alexis@elpolitico.com

Saturday, October 8, 2011

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Thursday, October 6, 2011

LA SEXALESCENCIA

SI miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta años. LA SEXALESCENCIA.   Es una generación que ha echado fuera del idioma la palabra "sexagenario", porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales el hecho de envejecer.  Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición en su momento, de la "adolescencia", que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del S. XX para dar identidad a una masa de niños desbordados, en cuerpos creciditos, que no sabían hasta entonces dónde meterse, ni cómo vestirse. 

Este nuevo grupo humano que hoy ronda los sesenta o setenta, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria. Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura rioplatense le dio durante décadas  al concepto del trabajo.  Lejos de las tristes oficinas de J.C. Onetti o Roberto Arlt, esta gente buscó y encontró hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganó la vida con eso.   Supuestamente debe de ser por esto que se sienten plenos… algunos ni sueñan con jubilarse. Los que ya se han jubilado disfrutan con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad, crecen desde adentro en uno y en la otra.  Disfrutan estando al "pedismo", porque después de años de trabajo, crianza de hijos, carencias , desvelos y sucesos fortuitosbien vale mirar el mar con la mente vacía o ver volar una paloma desde el 5º piso del departamento.Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un papel rutilante.  Ella trae décadas de experiencia de hacer su voluntad, cuando sus madres sólo podían obedecery de ocupar lugares en la sociedadque sus madres ni habrían soñado con ocupar.  Esta mujer sexalescente pudo sobrevir a la borrachera de poder que le dio el feminismo de los 60, en aquellos momentos de su juventud en los que los cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad.  Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían sido exclusivamente masculinas, otras eligieron tener hijos, otras eligieron no tenerlos, fueronperiodistas, atletas o crearon su propio "YO, S.A. ". Pero cada una hizo su voluntad.Reconozcamos que no fue un asunto fácil y todavía lo van diseñando cotidianamente. Pero algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que no son personas detenidas en el tiempo; la gente de "sesenta o setenta"", hombres y mujeres, maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la vida.  Se escriben, y se ven, con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del viejo teléfono para contactar a sus amigos y les escriben un e-mail con sus ideas y vivencias.  Por lo general están satisfechos de su estado civil y si no lo están, NO  se conforman y procuran de YA cambiarlo.   Raramente se deshacen en un llanto sentimental. Tienen màs conciencia de disfrutar plenamente todo . A diferencia de los jóvenes; los sexalescentes conocen y ponderan todos los riesgos. Nadie se pone a llorar cuando pierde: sólo reflexiona, toma nota, a lo sumo… y a otra cosa.La gente mayor comparte la devoción por la juventud y sus formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en retirada. Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo… Ellos, los varones no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni ellas, las mujeres, sueñan con tener la figura tuneada de una vedette.  En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.Hoy la gente de 60's o 70's, como es su costumbre, está estrenando una edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud, pero sin nostalgias, porque la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben. La gente de 60's y 70's de hoy, celebra el sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo…  Quizás, por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los  del siglo XXI.