Por Luis Conte Agüero
Discurso pronunciado en el Big Five Club el Viernes 18 de febrero, 2011, en el acto recaudatorio para ayudar a la defensa de Luis Posada Carriles
Gracias a Héctor Fabián por su presentación extraordinariamente generosa. Siempre quienes tienen mérito mayor, exaltan los merecimientos de los demás. Así premia la abundancia. ¡Y cuánta abundancia en la sensibilidad de Luis Posada Carriles. Hemos escuchado su voz, voz lastimada por balas enemigas y ennoblecida por todas las realezas del honor. La virilidad de su vida; su trayectoria de sacrificios y renunciamientos; su voluntad inmensa de combate y victoria, nos hermana una vez más esta noche en el juramento de que no nos cansaremos ni descansaremos hasta que su camino sea destino y en Cuba estalle triunfal, glorioso, el himno de la libertad.
Hoy conversaba con mi amigo Calixto Campos Corona, tan esforzado y empeñado en todo esto, y él alababa la pasión combatiente de Luis. Yo le apuntaba que era el fruto de su fe, fe que energiza e impulsa; fe que en las breves palabras que pronunció, Luis mencionó a Dios tres veces. Hablando de tres, dijo el abogado Felipe Millán: “No han podido con los tres”. Se refería a Luis, a él mismo y al abogado Arturo Hernández.
Al entrar esta noche en el salón una señora bonita, menudita, elegante, parecía crecer al saludarme y decirme envuelta en justo orgullo: “Soy la mamá de Arturo”. De Arturo acabamos de escuchar su palabra ilustradora y serena invitando a la esperanza, claro, sin expresar total certeza atendiendo a la complejidad de circunstancias. La conducta y labor de Arturo Hernández dignifica a la judicatura de América. A su lado destaca y brilla Felipe Millán. Yo no sabía que es mexicano; del México lindo y querido que invita a la nostalgia cuando escuchamos la Canción Mixteca: "Qu é lejos estoy del suelo donde he nacido” En mis agradecidos recuerdos juveniles permanece el volcán Paricutín en plena erupción de lavas y piedras de fuego, regalo a la noche de Tlaquepaque,
Hago una abstracción al analizar este caso de Luis y evito todo prejuicio impropio, especialmente después de escuchar probabilidades hermosas en el resultado del juicio. En sentido general, aquí y donde sea, fabricar pruebas, ocultar evidencias o entregarlas tardíamente para restar a la defensa todo el tiempo que necesite para estudiarlas, ofende al espíritu y la letra de la ley, especialmente en un país donde en estos casos de estado se establece y recita “Los Estados Unidos de América contra fulano o fulana de tal…”
Si el objetivo de la justicia es hacerla, ello adquiere jerarquía principal en esta nación, faro mundial orgulloso de lemas y esencias. Dios, Patria, Libertad, Derechos Humanos, Valores Eticos. Y por mucho que un fiscal esté enamorado de su nombre y renombre, eso no incluye ni justifica, falsificar, mentir, corromper, todo inconsecuente con quien representa a un país y y usa los dineros públicos, dineros ciudadanos, tuyos, míos, las finanzas del municipio, del estado, de la nación...
Esta verdad adquiriría dimensiones enormes aplicadas contra un soldado de la patria, hermano de todos, Luis Posada Carriles
Que fue jefe de un equipo de infiltración en Cuba, que cooperó, se entrenó y cumplió sus deberes con la Agencia Central de Inteligencia,
Que vistió dignamente el uniforme y fue subteniente del ejército de los Estados Unidos,
Que cuando le propusieron mudarse a Venezuela a combatir al comunismo invasor y guerrillero que desde Cuba dirigía el totalitarismo comunista, no vaciló en reunir sus pocas prendas de equipaje y sus muchas de coraje para enfrentar al enemigo.
Que entre galas de energía y sacrificio repitió estas historias de valor y desinterés en El Salvador, Guatemala, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Panamá, Colombia, México; donde quiera que estaba el peligro.
Que acudió presto a otros escenarios de batalla. Ni Africa escapó a su deber de demócrata del mundo.
Cubanos; hermanos todos. Visualicemos esta historia. ¿Qué vemos venir? Viene creciendo un soldado de la patria y el honor, elegante, recto como un mástil, orgulloso sin vanidad. Y en todas esas geografías distintas, en el cúmulo de retos y riesgos, laten en su pecho las cincuenta estrellas de esta bandera americana y la estrella solitaria de la bandera cubana cuya luz él quiere ayudar a encender..
Donde sea y lo que sea. Lo que importa a Luis es tomar las armas contra la canalla comunista, de frente y valientemente.
¡Oh! Que intentaron asesinarlo. Que mató a dos en defensa propia.
Que, como escuchamos en el teléfono, le deformaron el rostro y le afectaron la respiración y la voz.
Que aquí mismo en Miami masturbados del alma todavía fraguan perversidades contra él.
Que el cabecilla cubano del terrorismo de estado lo acusa frecuentemente y ordenó su muerte en el año 2004.al indultarlo la Presidenta Moscoso.
Que el goriloro venezolano -más gorila que loro y más loro que gorila- insiste en difamarlo y para ello utiliza, además, a su Canciller y a su Embajador en Naciones Unidas.
Hoy me decía desde Washington el congresista David Rivera de la significación de este proceso judicial. Ignoro si nosotros mismos, aquí reunidos en multitud advertimos la trascendencia de este caso y el mensaje que se envía al mundo. Intentar añadir una raya de muerte al mango del revólver cual vaqueros jurídicos, sería descabellado. Porque amamos y respetamos a la justicia americana nos duele que se presente a un esbirro de la inteligencia castrista como experto comparable a los del FBI, institución digna y heroica de los Estados Unidos. Ese...encarna la indecencia comunista que en la Isla golpea, encarcela, exila y fusila, parapetada en las inmundicias feroces y sangrientas del paredón.
Urge alzar la razón. No es dable que de modo alguno, por remoto que sea, se nos quiera equiparar a la justicia brutal que hoy mancha a Cuba, la tierra noble y gloriosa de Martí que dijo: “La justicia ha de ponerse tan alta como las palmas”. ¡No. Qué no se den malos pasos en El Paso! Esa “justicia” no busca como las palmas el azul sublime del cielo que subyuga y embelesa sino que chapotea su fetidez de hocicos y pezuñas en el peor de los pantanos.
Si se condena a Luis, si se le encarcela, los norteamericanos y el resto de la humanidad pensarían que no vale la pena servir a este país que, repito, no sabe ser amigo de los amigos ni enemigo de los enemigos, y que aprisionando a un héroe sirve al totalitarismo que todos los días escupe a los Estados Unidos ¿Castigar al patriota y premiar al paredón? ¿Los Estados Unidos? ¿No piensan? ¿No sienten?
Arturo Hernández, Felipe Millán, ustedes están prestando a este país un servicio eminente; están salvando su moral jurídica, su moral humana. Le evitan la deshonra de aliarse al enemigo.
Saludo a esta concurrencia impresionante, gentes de amor en combate. Pagan por esta cena para que los fondos de la defensa legal no queden tan escasos. Cuanto recurso se allegue siempre es menos, mucho menos, dolorosamente menos, que los recursos que se dispendian buscando condenar a un soldado gallardo de los Estados Unidos.
Pero tengo algo extraordinario que decir en esta fiesta. Fiesta sí; fiesta del espíritu porque rinde honor a quien por el honor combate. Hoy mismo lo hablaba con Luis. Si condenaran a Capriles a la cárcel –esto es muy serio- aunque tal ingratitud invitaría al desaliento, Luis seguiría amando entrañablemente a los Estados Unidos por el que siempre ha estado dispuesto a combatir y morir. Precisamente en un mes de febrero como éste, dijo Martí “Déme Venezuela en que servirla que en mí tiene un hijo”. En cualquier circunstancia, Luis no vacilaría en cuadrarse militarmente y decir pensando en Cuba: “Mándeme Estados Unidos a servirlo, que en mí tiene un soldado”.
Yo añado con toda la voz y el corazón:
Señores fiscales: El deber no es otro ni puede ser otro que servir en justicia, a los Estados Unidos. ¿Es posible que por ganar tantos en un expediente personal se acepte hacer un favor de tal magnitud a una tiranía infame que, repito, todos los días escupe a este país? ¿Se quiere eliminar a un formidable retador del comunismo internacional? ¿Encarcelarían una vez más a quien sin tener la ciudadanía es un ciudadano pleno de esta patria?.
Y con respeto y devoción a la Honorable jueza Kathleen Cardone: Señora: Observe bien a Luis Posada Carriles, ese soldado que a los 83 años de edad, desde esta estrella solitaria que le enciende el corazón cubano no piensa que estas cincuenta estrellas son ingratas, sino que ingratos son aquellos que en El Paso, o en Washington, o en la Casa Blanca, donde sea, no vean; no sepan ver, no quieran ver tanta inmensidad de luz para el cielo y la tierra.
¡Salve los Estados Unidos de América! ¡Salve Cuba!¡Salve el Mundo!¡Viva Dios!
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