Abel Ibarra
Hoy es uno de esos días en que uno está corto de ideas para garrapatear sobre la página que debe calzar en el espacio destinado a la columna semanal de La Gaceta.
Y es que el oficio de periodista, aunque en la distancia se le vea como asunto de coser y cantar, no es fácil, sobre todo si tomamos en cuenta que lo vertiginoso de los acontecimientos que se precipitan sobre el mundo y la infinita sucesión de informaciones sobre los mismos hechos (pongamos por caso la caída de Kadaffi en Libia) hacen que de pronto las nuevas (buenas o malas) a difundir, terminen siendo un “periódico de ayer” como diría el finado Héctor Lavoe.
Pero, dentro de ese laberinto de palabras en el que terminan cuajando todos los sucesos para que no se los lleve el viento, están escondidas las liebres de lo fortuito y el azar se cuela para ayudarnos a cumplir la labor semanal.
Así, una llamada telefónica de la dulce Daksha Sejpal, contadora (y no de cuentos) del “Tampa Hispanic Heritage”, me anuncia que he sido el ganador del premio “Liderazgo Hispano del Año 2011 en el área de Medios”, reconocimiento que otorga anualmente esa institución.
Para uno, que no está acostumbrado a las distinciones, sino, más bien, a vivir dándose cabezazos contra la bola del mundo, resulta, más que sorpresa, un sofocón estimulatorio saber que tu trabajo durante cinco años al frente de La Gaceta como Spanish Editor y seis como conductor del segmento “En pocas palabras”, en Univisión Tampa, han tenido algún valor para lectores, espectadores y líderes comunitarios, quienes ahora te saludan el esfuerzo y el desafío.
Lo del esfuerzo se entiende por los años acumulados, lo del desafío en un pelito más complicado porque el trabajo al frente de estas páginas ha sido siempre a contracorriente de la “opinión pública” que generalmente vive equivocada, sí, generalmente equivocada, sobre todo por la manipulación que de ella hacen los medios de comunicación y las agencias de noticias, cuando venden opinión haciéndola pasar por información (siempre fraudulenta y tendenciosa), igual a quien ofrece chorizos sin colesterol sólo para aumentar el bulto de sus bolsillos.
Liderazgo, si nos atenemos a la raíz anglosajona del verbo “to lead”, significa “dirigir, conducir”, o sea, señalar el camino a seguir, aunque en el proceso le pises los callos a todo lo convencional que está sembrado en el camino como mala yerba.
Es esa testarudez (y la elegancia en su ejercicio) la que ahora está siendo reconocida por la “Herencia Hispana de Tampa”, cosa que me ayuda a continuar en este “long and winding road” que dirían los Beatles, para seguir mereciendo el cariño de los amigos y el apoyo de gente que, como Lydisabel Ruiz, cubana de temple, inspiración y finura, fue la que se empeñó en justificar la postulación de mi nombre con gran afecto y puntería emotiva. Muchas gracias.
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