Pesimismo con
respecto al porvenir de la Grecia contemporánea, me atrapó al leer una carta
pública acerca de la crisis actual, suscrita por dos intelectuales helenos de
rango: Mikis Theodorakis y Manolis Glezos.
Theodorakis
ha sido el músico emblemático de la tentativa de resurrección republicana de la
Grecia moderna; Glezos fue un héroe de la resistencia contra el atropello
nazi-fascista. Ambos son respetables y sus opiniones deben ser leídas con
atención.
Por eso
resulta espantoso que dos personajes tan lúcidos puedan ser paradójicamente tan
obtusos, a la hora del intento de comprensión de lo que está pasando en su
propio país. Los dos ven en la crisis griega, como cualquier comunista de
folletín, sólo una vasta conspiración
contra la patria que vio nacer la civilización que nos envuelve.
Solicitando
la advocación de Pericles, Solón y Protágoras, Theodorakis y Glezos llaman a
una “alianza contra el imperio
totalitario de la mundialización” y proclaman que “Europa sólo puede sobrevivir si presenta una respuesta unida contra los
mercados”.
Ese lenguaje
grandilocuente, equívoco y por ende reaccionario, uno lo hubiera podido esperar
de los trasnochados caudillos del socialismo del siglo XXI o neo comunismo,
pero jamás de dos figuras rutilantes como los redactores de la carta de marras.
La verdad es
que no hay tal conspiración. Europa hace lo posible por evitar la quiebra de
Grecia, no por tanto bondad sino por necesidad. La bancarrota griega (unida a
las recesiones en España y Portugal) puede llevarse en los cachos al euro y a
la unión europea en su conjunto.
Grecia está
en crisis por el manejo populista, demagógico e irresponsable de su economía.
Esa gerencia de despilfarro no la ejecutaron sórdidos agentes extranjeros, sino
políticos, empresarios, sindicalistas, medios de comunicación y hasta
intelectuales griegos.
Grecia tiene
que apretarse el cinturón, reducir el gasto público y dejar de subsidiar la
holgazanería y la improductividad. Tiene que lograr confianza de inversionistas
y mercados. Sus líderes deben atreverse al correr el riesgo de la
impopularidad, como lo hace hoy el gobernante español Mariano Rajoy, para
reactivar su postrada economía.
Europa debe
invertir 171 mil millones de dólares para rescatar a Grecia. Pero tienen razón
los mandatarios de Alemania, Francia y Holanda, los griegos están obligados por
sus propios errores, a cumplir medidas de austeridad que ahora son inexorables.
La verdad es que si le hacen caso a llamados como el de Mikis Theodorakis y Manolis
Glezos, no tardarán en ahogarse en el pantano del populismo.
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