Por: Gerardo Z. Morillo
Hoy en día, el dictador venezolano Hugo Chávez se parece más a Adolfo Hitler que a Fidel Castro. Lo único que le falta a Chávez es utilizar su nueva Ley Habilitante para decretar la creación de los centros de exterminios de sus opositores políticos. La historia cuenta que que Hitler al ver perder su popularidad, se valió de una Ley Habilitante para perpetuarse en el poder. Y la locura de Hitler fue tal, que logro despertar el sentimiento de odio que estaba dormido en gran parte del pueblo alemán hacia los judíos. Vale aclarar que la palabra “Holocausto” proviene del vocablo griego holokaustos, el cual se traduce como “completamente quemado o consumido por el fuego”. Este término ha sido utilizado por la historia moderna para hacer referencia al genocidio de aproximadamente seis millones de judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial, quienes fueron víctimas de las políticas del Tercer Reich conocidas como la “Solución Final”, utilizando cámaras de gas para incinerar en hornos crematorios los cuerpos de los asesinados. Hitler y sus allegados tomaron parte de la ideología conocida como Weltanschauung (concepción del mundo), la cual proclamaba que "el judío" constituía el origen de todos los males políticos, sociales y religiosos de la humanidad. De allí que, se estigmatizaba a los judíos como el caos y la degeneración racial, para de esta manera justificar su exterminio. Este fanatismo lo transmitió Hitler a sus aliados políticos, ya que los judíos eran conocidos como el Weltfeind (el enemigo mundial). Por ello, estos campos de concentración para acabar con los judíos, se extendieron hacia Rusia, Europa Oriental y otros países colaboradores del régimen fascista de Hitler.
Muchos historiadores hacen referencia a este triste hecho histórico, como el Holocausto Judío o Alemán. Lo cierto es que el propósito original de la barbarie hitleriana fue exterminar a todos sus “opositores” internos y disidentes políticos. Y para acelerar el proceso de perpetuarse en el poder, se les ocurrió implementar esa suerte de “utopía racista” antisemita a fin de crear una especie de estado soberano o Reich. Lamentablemente, los lideres europeos y norteamericanos no reaccionaron a tiempo, lo cual aprovecho Hitler para llevar a cabo su plan satánico. El resto es historia, pero la historia es una especie de “libro abierto”, del cual podemos aprender de los aciertos y errores de los gobernantes. Y lo más importante, es evitar repetir las malas acciones de los gobernantes egocéntricos, que cegados por el poder, siempre terminan víctimas de sus propias decisiones. Posiblemente, el presidente Chávez esta poniendo en práctica la ideología nazista que tanto daño causó al mundo. Ese complejo de superioridad de los revolucionarios bolivarianos y el comunismo disfrazado de socialismo populista que practica el gobierno del Teniente Coronel Hugo Chávez, sólo ha creado pobreza y odio entre la población. Lo más triste es la profunda división entre los venezolanos, lo cual esta llegando a posiciones extremas por el lenguaje obseno e irracional que usa Chávez y sus camaradas para descalificar y ofender a sus enemigos (ahora adversarios) políticos. El socialismo del siglo XXI es una farsa, ya que no es un programa doctrinario serio y coherente, simplemente es más de lo mismo, pero con la ilusión de darle mayor participación y poder al pueblo; lo cual se ha traducido en un aumento de la pobreza mental, emocional y física de los que apoyan el régimen totalitario de Chávez. No puede ser que los adversarios del gobierno sean tratados como “ciudadanos de segunda categoría”, y estén automáticamente excluidos de los pocos planes sociales y las escasas oportunidades de trabajo que el chavismo ofrece a sus seguidores en las instituciones gubernamentales. Ya que Chávez no ha creado trabajos productivos; por el contrario, se ha empeñado en eliminar la la empresa y la propiedad privada, llegando a apropiarse de los terrenos y activos de corporaciones productivas incluyendo aquellas del sector de agricultura y cría nacional. Hoy en día, Venezuela esta importando alimentos que tradicionalmente exportaba hacia Latinoamérica. Lo único que le preocupa a Chávez es mantenerse en el poder, y por ello, obligó el pasado mes de diciembre a la moribunda Asamblea Nacional (AN), a aprobar un paquete de leyes impopulares e inconstitucionales para obtener mayor control sobre la nueva AN, tratar de acabar con autonomía universitaria, seguir el programas de expropiaciones, poner una mordaza a los medios de comunicación, y crear el “poder comunal” para inhabilitar las juntas parroquiales, alcaldías y gobernaciones. De hecho el vocablo “comuna” no aparece en la constitución venezolana, pero si existe en la Cuba empobrecida por los gobiernos de los hermanos Castro. Ahora bien, como si ese paquetazo de leyes fuera poco, la AN aprobó una Ley Habilitante para que el presidente pudiese gobernar hegemónicamente durante los próximos 18 meses de los 24 que le quedan de su mandato actual. Esta jugada sucia solo tuvó la intención de castrar a los parlamentarios de la nueva AN que se instaló recientemente en Venezuela. Y para colmo, los chavistas le dieron la bienvenida a los nuevos diputados durante la primera sesión de la AN, llamándoles “asesinos”, por el solo hecho de recordarles que aún con un 52% del voto popular, Chávez manipuló los resultados para mantener la mayoría de votos y la directiva en la nueva AN.
Lo cierto es que, ningún gobernante es capaz de gerenciar eficiente y eficazmente un país con tantos frentes de confrontación nacional e internacional (recordemos que EE.UU. no ha enviado su nuevo Embajador a Venezuela y Chávez sigue peleándose con los países vecinos). Chávez no es un estadista ni mucho menos un demócrata; además, sabemos de sobra, que los militares nunca han sido buenos gobernantes. Y lo más preocupante, es la falta de humildad de Chavez, quien se cree un ser omnipotente y omnisapiente. De allí que, no acepta ni los consejos ni la critica constructiva de quienes si quieren vivir en una Venezuela próspera y feliz. Hace pocos días, se mostró abierto al dialogo, pero en menos de cuatro días, empezó de nuevo a disparar frases insultantes a sus adversarios, a quienes mando a “lavarse ese paltó”. Lo cierto es que, pocas personas creyeron en las promesas de dialogo y la devolución a la AN de la Ley Habilitante para el próximo mes de mayo. Hace tiempo que Chávez perdió la credibilidad del pueblo y la comunidad internacional, ya que los tiene acostumbrados a decir hoy una cosa, y mañana desmentirla o cambiarla por otra peor. Chávez nunca ha mostrado seriedad en sus decisiones, y mucho menos, respeto por su pueblo. De hecho, su delirio de grandeza, lo ha llevado a regalar las riquezas de los venezolanos a otros paises que apoyan sus ideas. Sin embargo, de todos sus desaciertos, el más grave es seguir fomentando la “actitud xenófobica” de los chavistas hacia el resto de la población. Dios quiera que a Chávez no se le ocurra crear los campamentos para los presos políticos o centros de concentración al estilo cubano o nazi; pero de seguir sembrando el odio y usando su retórica política, podríamos ver en Venezuela casos parecidos a la masacre de Arizona. En Venezuela, al igual que EE.UU., gran parte de la población esta armada. Y sabemos que la repetición de una mentira a través de los medios de comunicación, muchas veces se convierte en verdad. Y si los chavistas siguen pregonando su lema de patria, socialismo o muerte; a la medida que sientan que están perdiendo su poder, podríamos empezar a actuar con mayor violencia para defender su proyecto ideológico. Cada día que pasa, se acelera la “involución social” y atraso económico del país. Ya es hora que Chávez empiece a demostrar su amor por la patria o que llame a un Referedum Revocatorio para darle la oportunidad a otro venezolano calificado de gobernar dignamente a Venezuela. Rectificar es de sabios, y ya es hora que Chávez y sus seguidores abran sus mentes y corazones para poder convivir en paz dentro de una tierra que es de todos, y no sólo para el grupito de fanáticos que aplauden sus travesuras. Nada ni nadie es eterno, y lo importante es tener siempre presente, el sentido de la realidad, lo cual no es otra cosa, que evitar una guerra entre venezolanos. Y es allí, que los militares juegan un papel muy importante, como garantes del cumplimiento de la Constitución y la defensa de la soberanía nacional. Para evitar una guerra civil en Venezuela, se necesita además del entendimiento nacional, una reforma del poder militar y el desarme de la población. Venezuela tiene uno de los mayores índices de criminalidad del mundo, y muchas personas son asesinadas a diario con un promedio de 4-6 impactos de balas. Ni en las guerras de Irak y Afghanistan, mueren tantas personas inocentes como en la Venezuela de Hoy. Ya los estudiantes y los sindicatos están amenazando con irse a protestar a las calles, y si sigue creciendo el descontento popular por la falta de empleos, la inseguridad social, la falta de justicia social, los casos impunen de corrupción, el desastre de los servicios públicos, y otros problemas socio-económicos que siguen sin resolver los burócratas chavistas; entonces sí podríamos estar viviendo la antesala de una confrontación cívico-militar con resultados impredecibles. Esperar las elecciones del año 2012 para presenciar otras elecciones fraudulentas del dictador Chávez, parece la mejor solución para muchos políticos de oficio. Sólo el tiempo y la voluntad popular decidirán, si el 2012 es una fecha muy lejana para que retorne la paz y la democracia en Venezuela. Recordemos que que el Imperio Romano fue víctima de la torpeza y aberración de sus gobernantes, y al final, ardió Roma (elemento fuego), para darle paso a una nueva nación. En Venezuela, parece ser que el “elemento agua” va acabar con el Imperio Chavista, ya que los miles de damnificados por las inundaciones a nivel nacional, se están encargando de poner al descubierto la incapacidad de gobernar de Chávez. ¡Esas lluvias devastadoras simbolizan el llanto de tantos venezolanos que claman por que reine de nuevo, la justicia, la paz, la prosperidad y la libertad en la tierra de Bolívar!
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