Apreciados compatriotas:
Un venezolano residente en Washington me dice que la oposición venezolana, más que un programa de gobierno, necesita una visión de país que pueda anteponerse y competir con la visión de país presentada por Hugo Chávez.
Creemos que esto es cierto. No es que un programa de gobierno no sea necesario sino que, para llegar a ejecutarlo desde el poder, es preciso ganar las elecciones y para ello se requiere capturar la imaginación de la sociedad venezolana con una visión de país, con una narrativa que encante e inspire a los venezolanos. Esto es más fácil decirlo que hacerlo porque una visión, a diferencia de un programa, tiene componentes más emocionales que racionales.
Aunque Chávez nunca ha tenido un programa de gobierno que no sea el “como vaya viniendo vamos viendo” si le ha presentado a los venezolanos una visión de país que, mal o bien, ha capturado la adhesión de millones de compatriotas, especialmente entre los sectores más pobres y menos educados de la población.
En una Venezuela con casi un 60 por ciento de empleo informal y una elevadísima tasa de analfabetismo funcional y desinformación, los logros son fácilmente reemplazados por promesas e interminables peroratas. Muchos venezolanos le creen a Chávez lo que este diga. Y esto no tiene nada de racional, es puramente emocional, como lo es la fe del ignorante en el curandero y el menjunje o como la ilusión de la joven poco agraciada ante los requiebros del Don Juan de barrio.
De allí que nuestros esfuerzos por pintar racionalmente el desastre que es Venezuela solo tengan acogida entre los venezolanos más educados y en mejor posición económica, así como en mucha de la opinión pública internacional. Esto no es deleznable pero, en el plano racional solo predicamos a los conversos, sin convencer a quienes se aferran a las promesas y cierran sus ojos ante la realidad.
Cada estadística sobre la altas tasas de inflación y de criminalidad, buhonería galopante, menor producción petrolera, quiebras de empresas del estado, altísimo índice de corrupción gubernamental, perniciosos controles económicos, autocracia y abuso de poder, importación de alimentos podridos, baja en la producción agrícola e industrial, endeudamiento y tantos otros aspectos de la vida nacional será recibida por el país chavista con un encogimiento de hombros que significa: “Eso es mentira, eso es lo que dice la CIA”. o con un rotundo “Y qué? …yo lo sigo porque es como yo”. Cada foto de Chávez con brujos, estatuas de María Lionza y en grotescas actitudes de rezo, será tomada como una confirmación de espiritualidad (como dice Aristóbulo), no de superchería.
En estas tretas es ayudado por un grupo de cínicos desvergonzados, quienes lo apoyan y lo validan, a lo Mario Moronta y, especialmente, los líderes cubanos, quienes se adueñaron del alma de Chávez como Chávez se adueñó del alma de importantes sectores populares venezolanos.
En este tipo de entorno un programa de gobierno de la oposición debería ser precedido o, al menos acompañado, por un documento tipo Sermón de la Montaña, máximo de dos páginas, que exprese una Visión de país que efectivamente desafíe la pesadilla chavista. En este momento la MUD prepara, con la ayuda de unas 300 personas, el Programa de Gobierno de la Unidad Nacional, definido como “el desarrollo profundizado de las llamadas 100 soluciones, a ser suscrito por los precandidatos de la Unidad en un acto público a fines de este año” (Alonso Moleiro).
Sobre este positivo esfuerzo deseo hacer una reflexión y una cordial sugerencia a la MUD. Aunque loable, un programa tendrá un impacto muy limitado sobre la disposición de los votantes. Debe verse como un ejercicio responsable de preparación para un eventual nuevo gobierno democrático. Sin embargo, presentarle al país un programa con cien soluciones como plataforma electoral es casi tiempo perdido. He leído una versión preliminar de las cien soluciones y, francamente, es un documento bastante difuso. Debemos buscar la manera de presentarle al país una visión que incluya los elementos esenciales de las propuestas pero que vaya dirigida al corazón más que al cerebro.
Esa visión debería partir del examen cuidadoso de lo que Chávez ha hecho. Creo que los dos componentes conceptuales más atractivos de la visión de Chávez han sido: La inclusión social y la redistribución de la riqueza. Ambos componentes han sido ejecutados con ineptitud y desviaciones ideológicas pero han seducido a muchos.
La inclusión social, esa comunicación permanente entre Chávez y los pobres que le ha dado tanto rédito político, ha sido efectuada a expensas de otros sectores del país que son, al menos, tan importantes como el sector de los desposeídos. En su cerebro primitivo Chávez decidió que incluir a los pobres tenía que ir acompañado de la exclusión de la clase media. Este enfoque ha sido un fracaso porque ningún país profundamente dividido por el resentimiento social puede prosperar.
Por otra parte, la redistribución de la riqueza se ha limitado a una repartición de dádivas, un proceso realmente embrutecedor y humillante, que no tiene nada que ver con la creación de riqueza, la verdadera clave del progreso. Chávez ha instituido una política de promesas, subsidios y limosnas que, en efecto, ha hecho a los pobres más dependientes que nunca en el estado benefactor. Ha hecho de la mentira una política de estado. Más que redistribuir riqueza ha distribuido pobreza. El tamaño de la torta para el reparto es hoy significativamente más pequeño y hace imposible que Chávez pueda mantener a todo el mundo “contento”. Ello lo ha llevado al fracaso.
Mi sugerencia concreta es: Estructuren ustedes un grupo de alta calidad pensante para estructurar esa visión de país que pueda ser ofrecida a los venezolanos, que pueda ser distribuida en todos los sitios, publicada en todos los medios, repetida hasta la saciedad, que le llegue a todos, pobres y no pobres, para que todos sepamos adonde se dirige la Venezuela democrática.
Que sea una narrativa que inspire, que atraiga, que efectivamente se pueda contrastar con la tragedia que es la Venezuela de Chávez.
Atentamente,
Gustavo Coronel
Anexo 1 .
Un borrador de Credo para los Venezolanos del Siglo XXI
1. QUIERO VER CRECER A MI NACIÓN, QUE NO SIGA AFLIGIDA POR LA POBREZA , POR LA IGNORANCIA O EL ODIO ENTRE HERMANOS
2. PIDO TRABAJAR, RECHAZO LIMOSNAS HUMILLANTES QUE ME HAGAN ESCLAVO DE UNA IDEOLOGÍA
3. DESEO TENER EDUCACIÓN PARA VIVIR MEJOR COMO CIUDADANO, NO MÁS PROMESAS INCUMPLIBLES
4. EXIJO LÍDERES HONESTOS Y DEMOCRÁTICOS ALTERNÁNDOSE EN EL PODER
5. DESEO UN PAÍS DONDE HAYA RESPETO POR LA VIDA
6. PIDO ATENCIÓN MÉDICA INTEGRAL DE CALIDAD, NO SOLAMENTE PRIMEROS AUXILIOS
7. DESEO SER RESPETADO COMO SER HUMANO DIGNO, NO TRATADO COMO UN CIUDADANO DE SEGUNDA CLASE
8. DEMANDO LIBERTAD PARA TRATAR DE REALIZARME COMO CIUDADANO
9. EXIJO QUE EL FUNCIONARIO PÚBLICO SEA UN SERVIDOR DE LA NACIÓN, NO SU VICTIMARIO
10. PIENSO QUE EL ESTADO NO DEBE INTERVENIR EN TODO Y QUE EL SECTOR PRIVADO TIENE UN IMPORTANTE PAPEL QUE JUGAR EN EL DESARROLLO DEL PAÍS
QUIERO, EN FIN, SER UN VENEZOLANO INTEGRAL, SENTIRME ORGULLOSO DE SERLO Y PODER SALUDAR A TODOS MIS COMPATRIOTAS TODOS LOS DÍAS CON UNA SONRISA.
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