Como los borbones, los caudillos (o caudillas) autoritarios(as), ni olvidan ni aprenden. Su terror a la prensa libre es tan extremo, que de ordinario practican, abierta o solapadamente, el terrorismo de estado contra los medios de comunicación independientes.
El déspota recela del crítico y solo confía en el obediente. Por eso se envicia en la persecución a diarios insumisos, como La Prensa de Managua, El Tiempo de Bogotá, El Nacional de Caracas, El Universo de Guayaquil y, sobre todo, La Nación de Buenos Aires.
Y precisamente La Nación, emblema del espíritu libertario de los argentinos, acaba de cumplir 142 años de verticalidad noticiosa, sin extremismos pero con coraje y sentido de responsabilidad. Desde 1870, la publicación ha sufrido cinco clausuras y centenas de agresiones del poder abusivo.
Este periódico moderado en informaciones y opinión, respetuoso de la inteligencia del público, apegado a los valores de la convivencia democrática, vive en estos tiempos encogidos el cerco a la libertad de expresión que despliegan sin pudor, gobernantes como la señora Kirchner de Argentina, o los impresentables hermanos Castro de Cuba y sus marionetas Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales y Daniel Ortega.
En un editorial revelador con motivo de su aniversario, La Nación se atreve a desafiar al prepotente gobierno peronista:
“Ni la cruzada tan intervencionista como canallesca del Gobierno por apoderarse de la empresa Papel Prensa, ni el afán oficialista de someter a los medios periodísticos por la vía del ahogo financiero o de la distribución absolutamente discrecional de la publicidad oficial, ni la amenaza de funcionarios capaces de equiparar el ejercicio del periodismo con una actividad terrorista nos harán ceder”.
Nosotros aquí, en ELPOLITICO.COM, saludamos el periodismo digno y combativo sin exageraciones que hace La Nación, y proclamamos que para nosotros constituyen una fuente de inspiración perdurable.
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