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Mariano Rajoi, más estadista que actor político, no sacrifica a la nación en el altar de su popularidad
Desde que el clérigo Berceo quiso “fer una prosa en roman paladino en la cual suele el vulgo fablar con su vezino”, hasta los soles de Cervantes, Lorca y Alberti que la llamo “fina tela de araña”, España ha sido un tierra de magia poética.
Por eso los españoles ultramarinos nos llenamos de congoja, cuando vimos que la Madre Patria fue colocada al borde del abismo, por un gobierno populista encabezado por un tipo desangelado e ineficaz de apellido final Zapatero.
Y respiramos aliviados cuando nos enteramos de que un gallego sobrio, serio y sabio, Mariano Rajoi, había sido electo por los españoles para remendar el capote deshilachado por la demagogia dispendiosa de ese PSOE, que tanta ilusión creó en los tiempos de Felipe y tan rápido entró en la decadencia de los zapateros y los rubalcabas.
Pero he aquí que la alegría se nos empañó cuando leímos en el diario socialista “El País”, que Rajoi iba a perder la credibilidad por unas supuestas malas andanzas contables con un tesorero simoníaco. Afortunadamente todo se ahogó en la laguna de los escándalos del show noticioso.
La verdad es que Rajoi, más estadista que actor político, no sacrifica la nación en el altar de su popularidad. Al contrario de sus antecesores, es capaz de tomar medidas antipáticas, sin detenerse a contar los votos que se fugan por actuar con responsabilidad.
En su primer informe Mariano Rajoi pudo demostrar que está punto de evitar la bancarrota española y sobre todo, eludir el doloroso rescate europeo. Reducción del déficit, aumento de las exportaciones, combate real al desempleo e incentivos reales al empleo juvenil, medidas de estimulo a los emprendedores autónomos y pequeños, son los datos maestros del primer balance positivo del mandato del Partido Popular encabezado por Rajoi, que no es un líder carismático pero si sensato y efectivo.
Y nosotros felices, porque como Alberti repetimos con devoción todo “lo que suene y lo que consuene contigo: España, España, España”.
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