"Cesó el trabajo..."
Luis Prieto Oliveira
El maestro de las letras americanas, Don Andrés Bello, en su traducción del poema de Víctor Hugo, "La Oración por todos", nos dice: "Cesó el trabajo afanador, y al mundo, la sombra va a colgar su pabellón". Pues bien en Europa estamos viendo como la expansión del paro, que ya atenaza a casi seis millones de españoles y aumenta en Grecia, Italia, Portugal y Francia, está sembrando una sombra de tragedia que podría transformarse en una amenaza global de gran tamaño.
El peligro de una depresión generalizada
El fantasma de la crisis universal, como el de los cuatro jinetes del Apocalipsis, se enseñorea en la imaginación y el bolsillo de los europeos y asoma su cabeza en otras latitudes, mientras el escalofrío recorre el organismo de un mundo abrumado. Todos sabemos que la depresión no es solamente una situación económica, sino que también, y quizás, fundamentalmente, un fenómeno de psicología colectiva, de contagio masivo que conduce a espirales descendentes cuya progresión implica la caída violenta de la producción y del empleo, hasta llegar a dejar los esqueletos descarnados de naciones que fueron prósperas.
Los síntomas, sin embargo, no están restringidos a Europa, sino, que, por los vasos comunicantes del comercio internacional se transmite a todo el organismo económico mundial. Por supuesto, si las compras europeas caen súbitamente, la maquinaria industrial china tiende a reducir su ritmo, así como también la demanda de hidrocarburos. Hemos visto, no sin sorpresa, cómo caen los precios del petróleo, a pesar de crecientes amenazas a la paz del Medio Oriente y como el crecimiento chino, por primera vez en más de una década, se aleja definitivamente de los dos dígitos, para afincarse en lo que permite el surgimiento de la demanda interna.
La economía de los Estados Unidos, que trataba de salir de la severa crisis que se inició en 2007, ha mostrado un crecimiento raquítico, con niveles de desempleo que no descienden por debajo de 8%, lo que implica que más de 12 millones de estadounidenses están en las filas del paro y esta cifra se agiganta entre las minorías étnicas y los jóvenes. En un reciente artículo periodístico leímos que una cadena de comida rápida reporta que el número de solicitudes de empleo introducidas por profesionales universitarios, que antaño ganaban hasta 60 mil dólares al año, para ocupar cargos que pagan magros salarios de $ 9.50 por hora, se multiplica por miles.
El petróleo ha descendido en su cotización, de un promedio cercano a los 120 dólares hace apenas unos tres meses, a menos de 95 dólares en días recientes, con claras indicaciones de que seguirá descendiendo, para estacionarse entre los 85 y 90 dólares por barril antes de que concluya este verano. Este descenso podría ser el inicio de una nueva tendencia, marcada por la creciente independencia energética de los Estado Unidos, cuya producción interna está creciendo a un ritmo acelerado.
Si el Medio Oriente pierde su valor estratégico como proveedor energético, descenderá su significación política y se atenuarán las influencias foráneas en el desarrollo de su política interna, marcando, posiblemente, un nuevo clima de equilibrio y contención en las usuales y milenarias guerras religiosas intestinas del Islam.
Por su parte, si la demanda de bienes manufacturados en el mercado mundial se ve afectada por una caída drástica de las expectativas de los países industrializados, deberá caer la tasa de desarrollo de las economía emergentes, sobre todo la de Brasil, que se verá afectado, además por la pérdida de factibilidad de sus yacimientos petrolíferos mar afuera.
El recate español y el futuro del Euro
La inminente caída de la economía española obligó a Rajoy, que se había negado, de manera reiterada, a aceptar que España requiriera de una operación de salvamento financiero y quería concentrar los esfuerzos en que los bancos buscaran su recapitalización individualmente. Sin embargo, el agravamiento del desempleo, que ya afecta a uno de cada cuatro españoles en edad de trabajar y a cerca de la mitad de los jóvenes, así como un enrarecimiento del clima político interno doblegaron su voluntad y accedió a suscribir un paquete de rescate que podría alcanzar a los 150 mil millones de euros.
El efecto inmediato del anuncio ha sido contraproducente, la mayoría de los expertos piensa que no funcionará el salvavidas que les ha lanzado la Merkel y los mercados reaccionaron con una ampliación de la tasa de riesgo español, llevándola más allá del nivel de alerta roja. La bolsa sigue en caída libre y la gente está sacando dinero de los bancos para asegurarse que no se les quedará atascado cuando lo necesiten. Ha comenzado una presión fuerte para provocar la dimisión del recién estrenado gobierno de Partido Popular, aunque no se vislumbra una solución viable para sustituirlo, salvo que se plantee un gobierno bipartidista de salvación nacional, que implicaría una nueva elección parlamentaria, con los peligros que tal perspectiva encierra.
Mientras tanto, en Europa la marea sigue subiendo y el mar está picado. Ante la perspectiva de que Grecia, a pesar de todas las "ayudas", salga de la zona euro, ha comenzado a definirse un conjunto de medidas de emergencia, que afectarían a toda la UE, cuyas implicaciones inmediatas no podían ser más ominosas. Por una parte se ha propuesto establecer mecanismos de restricción a los retiros bancarios, lo que implica una reducción radical de la movilidad del capital, una de las condiciones esenciales de la unión económica, el establecimiento de un mecanismo de control de cambios, que sería como una especie de maniobra de volcar las carretas para formar un círculo y defenderse hasta la muerte de la carga de los indios y otras medidas extremas, que nos hablan del estado desesperado de las finanzas y de las expectativas económicas de la comunidad.
El euro, antaño flamante moneda continental, muestra hoy la cara de un boxeador que, sentado en el banquillo, recibe atención de urgencia para restañar sus heridas y reducir la hinchazón de sus ojos. Parece estar al borde del nocaut. Su cotización en el mercado ha caído más de 15% en las últimas semanas y los anuncios recientes podrían reducir aún más su valor. Esta devaluación podría ser milagrosa, porque permitiría que algunos de los miembros más débiles de la UE, como España, Italia, Grecia, Portugal e Irlanda, e incluso Francia, mejoren sus perspectivas de exportación y, por ende, alivien su déficit actual.
La grave situación de la disparidad en las productividades marginales de cada uno de los países que forman la UE, crea un problema de fijación de un salario común, porque tenderá a establecerse en base a la productividad promedio, con lo cual el salario de los países de más baja productividad resulta excesivo y determina costos imposibles de compensar, mientras el de los países de alta productividad es inferior al que resultaría aisladamente, con lo cual aumenta la rentabilidad global de la economía en cuestión. Por ello es indispensable, así como David Ricardo recomendó el remedio de los subsidios a las industrias nacientes, que se creen estímulos que permitan a los países de menor productividad mantener la competitividad de sus productos y servicios. Esa no es la vía escogida y posiblemente ello llevará a la creación de dos uniones distintas, ligadas por un estatuto oficial que consagre las diferencias y conduzca a un modus vivendi adecuado, aunque ello implique un cierto grado de discriminación.
Lo evidente es que, como proclama el nuevo presidente francés François Hollande, la política de austeridad fiscal y de control presupuestario no permitirá a Europa salir de la crisis, ni al mundo recuperar un nivel adecuado de estabilidad para afrontar los retos que plantea el paso del estado industrial al estado informático.
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