Thursday, August 9, 2012

SERÁN CLAVADAS DOS CRUCES

Antonio A. Herrera-Vaillant

En el imaginario colectivo de Latinoamérica se enquistan dos fuertes mitos que alimentan el subdesarrollo político, económico y social de casi toda la región.

Uno es la imagen de izquierda joven, idealista y romántica, revolucionaria y pura, que busca un mundo mejor con transformaciones radicales en sociedades corruptas y retrógradas.

Otro es el concepto de militares eficientes y disciplinados, que ponen orden donde van y hacen que las cosas funcionen correctamente. Vestigios de dictadura, como cuando decían que gracias a Mussolini funcionaron en su horario los trenes italianos.

En tiempos recientes se han visto destructivas convergencias de ambos mitos. Primero con Perón, cuya inspiración resentida y llena de odios alimenta el hampa mafiosa de Montoneros que recurrentemente se apodera de la Argentina.

Luego vienen tipos como Velasco Alvarado y Torrijos, que por un tiempo combinaron el abusivo "gorilismo" criollo con las desmelenadas locuras de los conspiradores "termocéfalos" de siempre. De Velasco se encargó un grupo de generales más racionales, y a Torrijos lo sustituyó un delincuente llamado Manuel Antonio Noriega.

Aparece luego un histriónico Teniente Coronel con mentalidad de Sargento y edad emocional de un niño de diez años. Se rodea de la gente menos de fiar de toda la nación. Juntos crean el irresistible espejismo de una revolución cívico-militar, y se apoderan de una varita mágica de recursos ilimitados.

Parece combinación imbatible, pero trae dentro de sí las semillas de su propia destrucción.

Una vez en el poder, caen cual aves de rapiña sobre el botín, en un carnaval de latrocinios, malversación y comisiones que borra de plano todo vestigio de idealismo romántico. Las famosas "izquierdas" pasan desde la "Cosa Nostra" de los Kirchner y las corruptelas del grupo Lula, hasta turbias alianzas con el más desalmado narcotráfico.

Paralelamente explota el mito de la eficiencia militar en medio de un verdadero carnaval de improvisación, incompetencia y despelote, de dimensiones que rozan lo burlesco: Se confunden ladridos, atropellos y decretos arbitrarios con autoridad, orden y gobierno.

Al final, toda su "revolución" se resume en banal superficialidad é histriónica cursilería: Un quítate tú para ponerme yo.

Quiera Dios que la prolongada, costosa y dolorosa curva de aprendizaje resulte en definitiva lección que erradique por siempre los mitos bicéfalos de "idealismo de izquierda" y "eficiencia militar": Para que por siempre queden clavados como dos cruces  - cual copla andaluza - en el monte del olvido.

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