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La política, la más alta expresión de la caridad según los padres de la Iglesia
El autogol más desteñido que se han hecho los pueblos democráticos de América Latina, ha sido comprar como bueno el discurso tramposo de la antipolítica.
Según tal impostura, la política es intrínsecamente perversa y, por consiguiente, los políticos seres mañosos, virulentos y prisioneros de una enfermiza ambición de poder.
Ese discurso pueril lo han comprado también muchos dirigentes “alternativos”, que se ofrecen para sustituir a los políticos, con una astuta declaración preliminar: yo no soy político…
El descrédito de la política, los políticos y el instrumento de trabajo de estos en Democracia, los partidos, surgió de la inevitable competencia por las posiciones de poder en una realidad plural, entre los empresarios, sindicalistas, medios de comunicación social, académicos, otras expresiones de la sociedad y, desde luego, los propios políticos.
En tal competencia de suyo necesaria para la convivencia democrática, se rompe el equilibrio cuando un sector es satanizado y otro hegemoniza a los demás. Los políticos fueron escogidos para el papel de diablos del escenario, y los medios de comunicación terminaron alcanzando un papel excesivo en el tejido social.
Es posible que sin intención deletérea, pero por afán de poder y veneración de la cultura del espectáculo, en esa ruptura del equilibrio democrático se empeñaron exhaustivamente medios y periodistas. Por eso la política, la más alta expresión de la caridad según los padres de la Iglesia, naufragó en el desprestigio.
Claro está que el éxito de la prédica antipolítica no podría explicarse sin la colaboración del canibalismo, el clientelismo y el inmediatismo electoral que en las últimas décadas capturó el estilo y los afanes de muchos de los principales líderes y partidos latinoamericanos.
La tragedia y no delicias, es que cuando la antipolítica se siembra en la conciencia popular, por lo general terminan apareciendo como opción a los políticos unos supuestos “incontaminados”, los no políticos, verbigracia: Pinochet, Fidel, Chávez, Stroessner, Correa, Somoza, Evo Morales, Zelaya, Lula, Chapita, Kirchner, Lugo y otros que nos mantienen a todos rechiflaos en la tristeza.
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