Monday, December 31, 2012

Elecciones con Riendas y Espuelas



Formato del Futuro…

Para los factores opositores del país y verdaderos creyentes de la Democracia, es inocultable su descontento y tristeza  ante los resultados arrojados por los dos comicios realizados durante el último trimestre del 2012. Para ellos, inclusive, son  inaceptables las frases consoladoras de que lo que ha sucedido, es lo que más convenía. Que sea lo que Dios quiera. 0 los pueblos se dan los gobiernos que se merecen.

Desde luego, no es así como se escriben las historias de los pueblos. Siempre habrá causas, acción y consecuencias. Y estas  ultimas pautarán los hechos, dándole nacimiento a lo que mañana será referencia –buena o mala- para quienes tratarán de entender su pasado, y  poder definir conductas ante su presente. Salvando los acontecimientos naturales, en la historia de la humanidad, es el hombre el único responsable de ella; lo demás es sólo excusas.

En el caso concreto de estas dos últimas elecciones en Venezuela, es obligante analizar varios aspectos para calibrar el daño y las consecuencias.
 
 Y el primero de ellos, sin duda alguna, lo configura el hecho de que los verdaderos demócratas acudieron a ambos comicios con plomo en el ala, si bien es el análisis del proceso decembrino –consecuencia natural del anterior- el que abre las puertas a una más sopesada reflexión: se produjo luego de que, días atrás, se había acudido a un evento comicial presidencial, matizado colectivamente por la sensación de  haberse asistido  a un proceso concebido  fraudulentamente, y signado por un atropello enorme a las normas rectoras del hecho. Es cierto, nadie –todavía- puede presentar pruebas o evidencias convincentes de que hubo un arrebatón numérico. Pero sí, porque fue lo obvio, bastaría con analizar el comportamiento del llamado Poder Electoral, para concluir en que dicho resultado es un hijo legítimo del brutal ventajismo  del Gobierno, en abierto amancebamiento con la cuestionable indiferencia -¿o complicidad?-  del Consejo Nacional Electoral.

Ante semejante episodio, entonces, se generó en gran parte de los votantes la frustración y decepción desestimulante del porqué y para qué votar, cuando el resultado de ahora sería un clón del anterior, por lo que poco importaba alimentar la abstención como forma de protesta, ya anticipadamente fortalecida por un aprovechamiento fríamente calculado de las autoridades electorales, al asociar lo electoral con las vacaciones de fin de año.

¿Sólo eso?. No. Definitivamente no. Ya que a la par de lo observado, también hay que añadir otros dos elementos presentes y vigentes en la relación sociedad-participación política: la indiferencia; propia de sociedades en la que aún el concepto de ciudadanía continúa a la zaga del habitante ausente de sus responsabilidades en el ejercicio de sus legítimos derechos constitucionales. Y, por supuesto, la inexistencia de una fuerza institucional partidista dedicada sus 24 horas de vida a cambiar esa conducta colectiva. En otras palabras, a formar a cada agente político vivo y dinámico en razón y atención de objetivos permanentes, comenzando por la identificación y conquista de oportunidades para vivir cada día mejor. 0, como dirían en el ámbito académico sectorial, a superar el comportamiento de condominio urbano, o de cooperativista rural, con visión estrecha del ser y actuar. Por analogía, se aprecia como muchos miembros de condominios, en su mayoría, consideran que su propiedad comienza y termina en la puerta de su apartamento, y que las áreas comunes ni sus vecinos son su responsabilidad; inclusive, el concepto de deberes y derechos es inexistente, y los propietarios que conforman las autoridades de la Junta de Condominio son siempre fastidiosos o enemigos. Y, de igual manera, cómo es que el cooperativismo se desinfla cuando a los cooperadores también se les exigen compromisos y el cumplimiento de obligaciones.

En fin, se ha dado un conjunto de hechos al que, adicionalmente, hay que añadirle otro no menos importante componente abstencionista influyente en cada evento comicial en Venezuela: la relación colectiva con un Petro-Estado absolutamente indiferente con su obligación constitucional de rendir cuentas, de entregar cuentas y demostrar porqué razón el uso de los fondos provenientes del negocio petrolero no se ha traducido en un mejoramiento en las condiciones de vida de la población. Y todo eso, mientras la corrupción campea y las instituciones responsables de evitar que eso suceda, sencillamente, exhiben incapacidad congénita para ocuparse de sus responsabilidades. De hecho, desde hace casi cuatro años funciona más de una treintena de Misiones dispensadoras de subsidios que, según cifras de voceros  oficiales, han canalizado el uso de 400.000 millones de dólares, y la impresión general es la de que su único gran efecto ha sido su funcionamiento como combustible clientelar con fines electorales, y condimentada con una administración excluyente cuando el beneficiario no obedece a dicha alineación partidista.
 

Ante el 2013, con las exigencias propias de un cuadro de incertidumbre política en la que se hace presente otro evento electoral, además del inicio de un nuevo período presidencial constitucional signado por un entorno institucional peligrosamente frágil, una vez más, emerge como inquietud la condición rectora del liderazgo nacional.  En el caso de Gobierno, su futuro no se avizora esperanzador: constituido por un solo partido, un solo Comandante, con múltiples brazos y un reguero de gente que obedece a muchos estímulos; asimismo, dirigido por un Jefe de Estado agobiado por serios quebrantos de salud (sometido a la posibilidad de generar una ausencia temporal o permanente),  mejor dicho, sin su único y gran líder carismático.

En cuanto a la Oposición, luego de perderse las elecciones presidenciales -y en las de Gobernadores tres o cuatro Gobernaciones de las que se tenían- tales resultados dejan en evidencia que dicha corriente cuenta con pocos, destacados y carismáticos dirigentes regionales. Es cierto que la victoria en el Estado Miranda de Henrique Capriles plantea nuevas realidades en la composición futura de dicha rectoría política, y más cuando el perdedor en ese sitio fue uno de los políticos civiles de mayor empuje en el Partido de Gobierno. Sin embargo, tal ventaja, en sí misma, no anula la obligación de revisar las causas por la que las derrotas en ciertos estados fue con diferencias de más de 20 puntos en contra de la tendencia democrática.

Este conjunto de hechos y situaciones conduce a una gran conclusión: ninguna de las dos fuerzas políticas está en condiciones de gobernar aisladamente, de espalda a la otra parte. Mucho menos al margen de la promoción participativa de las diferentes manifestaciones organizadas de la sociedad civil (ONG/ACRS/OV, etc), y que en muchos casos gozan de exitosas y reconocidas trayectorias dentro y fuera del país. Pretender hacerlo de esa manera, a la larga, pudiera traducirse en mayores y cuantiosos costos; no sólo de orden político, sino también económico y social. Y si a esta situación se le agrega la gravísima y precaria resultante económica que se avecina, el diálogo, el entendimiento, además de la sumatoria de coincidencias y de aportes, surgen como la manera más segura y confiable de minimizar los radicalismos hostiles y las disidencias interesadas. 

Hay que rescatar al país del acorralamiento al que le tiene sometido la inseguridad y la violencia. Pero, además, hay que admitir que para que eso suceda, es necesario convertir a la economía en la gran aliada de esa lucha, a partir de su fortalecimiento productivo, la generación de condiciones para que se incrementen las inversiones nacionales e internacionales, se multipliquen las fuentes de empleos, y la fuerza del trabajo haga posible que Venezuela deje de ser una importadora del 70% de los bienes que consume.
Competir a nivel internacional tiene que dejar de ser sólo un componente de discursos diplomáticos. Debe ser otro reto a asumir con firmeza y decisión. En otras palabras, hay que superar el parcelamiento colectivo que hoy anula las potencialidades productivas y competitivas venezolanas, y que hasta le resta vigencia al liderazgo que se empeña en ver a Venezuela como un terreno sólo útil para fines electorales

Durante los últimos días, este sentimiento se ha hecho presente y vigoroso en todo el país. Es cierto, lo han fortalecido las festividades de Navidad y de  Fin de Año. Pero lo valioso es que se ha hecho presente, y es tan válido en lo económico y social, como en la expectativa de que pudiera convertirse en el inicio de una reconciliación nacional. Reencuentro que incluye una amnistía política, el regreso de los venezolanos que se han ido al exterior en los últimos años,  la liberación de los presos por motivos políticos, la sumatoria de más y nuevas razones para celebrar el inicio del Nuevo Año, alzando la voz a favor de la Venezuela de todos y para todos.

¡FELIZ NUEVO AÑO 2013 Y QUE VIVA VENEZUELA¡

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