Alexis Ortiz
Que la Cumbre se realice sólo con el Vicepresidente, porque Obama no debe sentarse en una mesa con dictadores
Cuba sin Cumbre
En los años sesenta del siglo recién escapado, el presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, trató de imponer en el hemisferio la precursora Doctrina Betancourt, que buscaba aislar los gobiernos dictatoriales y fortalecer la los democráticos.
Pero no vino a ser hasta el 2001, en la Cumbre de Presidentes de Quebec, Canadá, que se logró el consenso para que en las reuniones cimeras presidenciales del continente, fueran excluidos los representantes de los regímenes tiránicos.
Todo lo anterior quedó consagrado en la Carta Democrática Interamericana, que en su artículo tercero establece de modo taxativo. “Son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.
Es demasiado ostensible que la jurásica dictadura cubana no cumple ninguno de los requerimientos contenidos en la Carta de la OEA. Todo lo contrario, se le dio la oportunidad al gobierno de Cuba de reincorporarse al sistema interamericano, del cual fue expulsado por su sedicente agresión a países soberanos, y este, por su contumacia comunista, despreció la mano que se le tendió.
Por eso resulta chocante que el grupo de gobiernos neocomunistas (Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua) y sus marionetas (Antigua-Barbuda y San Vicente-Las Granadinas), por boca del impresentable Rafael Correa, hayan intentado chantajear a la comunidad americana, exigiendo la participación de Cuba en una Cumbre de Presidentes (Cartagena de Indias, 14 y 15 de abril), en la cual no tiene derecho a participar por su empeño opresor.
Afortunadamente, hasta hoy, el consenso discreto de gobernantes democráticos de las Américas, ha impedido que los déspotas de Cuba se presenten en Cartagena. Hubiera sido muy triste que la defensa de la Democracia se le hubiera dejado solamente al gobierno de Estados Unidos.
Y más triste aún, que la Cumbre se realice sólo con el Vicepresidente, porque Obama no debe sentarse en una mesa con dictadores.
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