Luis Prieto Oliveira - lprieto21@aol.com
Después del cierre definitivo del Registro Electoral empiezan a contarse los días para inscribir a los candidatos en el Consejo Nacional Electoral, aunque oficialmente la campaña presidencial no se inicia hasta el 7 de julio, ya estamos inmersos en densas operaciones publicitarias, que tratan de posicionar a los candidatos frente a un electorado que se encuentra al borde de un ataque de nervios, como quizás diría Almodóvar.
Los crecientes síntomas de descomposición institucional y material del país, que están sufriendo los ciudadanos de todo el país hacen necesario, en realidad indispensable, que se presente ante todos, de manera clara y expresa un conjunto de soluciones bien concebidas y apoyadas, así como los equipos humanos que se harán cargo de ponerlas en ejecución. En nuestra humilde opinión, esta campaña, a diferencia de otras anteriores, podría ser una en la cual la racionalidad se imponga a la emoción.
La gente que sufre constantes apagones, recibe agua contaminada o no recibe ninguna, no tiene hospitales a los cuales acudir, ni carreteras por las que transitar, y por si fuera poco, sufre el acoso de bandas de delincuentes que los mantienen presos en sus casas, sitiados por una violencia insensata e injustificada, no está motivada para la lealtad ciega, para atender a cancioncitas o basarse en imágenes lejanas.
En la pura realidad, ese es el más grave problema que acecha al gobierno actual en su afán continuista. No tiene una oferta material que resulte atractiva, no posee cuadros de funcionarios cuyo desempeño les confiera el sello de confiabilidad al que aspiran los votantes y el proyecto de país con el que insisten, por conocido e ineficaz, no es capaz de despertar el entusiasmo popular.
Esta, lamentablemente no es la única desventaja con la que actúan, porque al representar un régimen unipersonal, en el cual el rol de líder es insustituible y no existe una jerarquía inferior que pueda llenar los vacíos, dependen del atractivo magnético que pueda ejercer el jefe, y también del ruido metálico de las dádivas que se reparten a costa de un caro endeudamiento externo, que habrá que pagar con innominados sacrificios.
En el momento actual, el movimiento oficialista se conmueve porque su líder, invicto e inmarcesible, ha sido cruelmente atacado por una enfermedad cuya real gravedad no ha sido divulgada y está limitando las posibilidades de comunicación directa del mandatario con sus mandantes.
¿Quién será Babieca?
El cantar de gesta que sirve casi de partida de nacimiento a nuestro idioma, la saga de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, nos dice que el gran guerrero, cuando se acercaba el fin de sus conquistas, enfermó y murió, pero sus seguidores, seguros de que su prestigio y el temor que infundía a sus enemigos, serían suficientes para generar una postrera victoria, ataron su cadáver, con su acostumbrada armadura y lanza, con la espada conocida como “La Colada” a un costado y lo ataron a su caballo predilecto, el gran Babieca, que nunca permitió que otro humano lo montara. Así ganó su última batalla frente a los moros, a pesar de ser difunto. En las actuales circunstancias y visto lo que está ocurriendo en Venezuela, es oportuno y necesario hacerse la pregunta de ¿Quién asumirá el papel de Babieca, para llevar encima al cuerpo inanimado del gran caudillo?
Uno de los elementos centrales del dilema oficialista, aparte de decidir quién recogerá el estandarte que está a punto de caer al piso, es el de la reingeniería del mensaje que ofrecerá. Es obvio que el socialismo no produce ninguna roncha en la piel curtida de los ciudadanos. La extensión de las misiones, en vista de los rendimientos decrecientes que producen las últimas en salir al ruedo, no parece un camino adecuado. La economía ya no produce suficiente para pagar el costo de un estado hipertrofiado, con un aparato productivo agotado y roto, ya no es práctico seguir engrosando el ejército de los empleados públicos y quedan muy pocas empresas que puedan expropiarse y causar un impacto sensible.
Las reservas internacionales, que con un manejo racional de la economía y el gobierno deberían estar por encima de los 200 mil millones de dólares, se encuentran precariamente en un nivel que no garantiza más de dos meses de importaciones, sobre todo de alimentos, pues el abastecimiento nacional se reduce a poco más de 20% del consumo, Es bueno recordar que en 1998 Venezuela tenía unos 40 mil millones de dólares de reservas totales y Argentina estaba en proceso de insolvencia, hasta el punto de que para obtener divisas vendió bonos a Venezuela. Hoy ese país tiene cerca de 50 mil millones de dólares, dos veces las nuestras. El gobierno, el socialismo y la solidaridad no son capaces de explicar ese extraño fenómeno.
Aunque hay una pugna sorda por ser el candidato sustituto del jefe, los que se ponen el uniforme y la banda presidencial para verse en el espejo, se dan cuenta de que no llenan el papel, pero tampoco quieren que los rivales puedan alzarse con el santo y la limosna. El oficialismo no tiene proyecto, mensaje, ni candidato viable.
Por eso veremos una campaña nostálgica, luctuosa, basada en el recuerdo de los grandes momentos, con muchas proyecciones de grandes multitudes fervorosas y de un líder tonante en las plazas, con el puño enarbolado para golpear a los enemigos. Es muy dudoso, que, dadas las necesidades reales de la gente, este tipo de mensaje tenga perspectivas de calar, aunque se lo acompañe con abundantes dosis de billetes que todos saben que valen cada día menos.
La visita a domicilio
La estrategia del candidato de la Unidad Democrática, desde un principio ha tratado de compensar la limitada difusión de su imagen, debida a la escasa cobertura de los medios que lo respaldan y a los pocos recursos económicos, comparado con el gobierno, de los que dispone, para ello diseñó una campaña basada en el contacto más directo e individual con los votantes, en todo el país.
Poco a poco ha ido cubriendo áreas importantes del territorio nacional y llegando a tener contacto real e inmediato con la gente. No es un hombre que pueda jactarse de un carisma avasallante, pero presenta la imagen de un hombre joven, sano, con una trayectoria electoral en la cual nunca ha habido derrotas, y una experiencia administrativa de 12 años en sistemas municipales y estadales, en los cuales ha demostrado eficiencia y eficacia en el manejo del gasto público y un alto nivel de respuesta a los requerimientos de sus administrados.
La exposición de Capriles al público ha reforzado sus valores, transmite un sentido de humildad y conexión con la gente, un deseo de encontrar soluciones y una posición que se aleja totalmente de lo dogmático. Demuestra que ha entendido que la gente ya no quiere más pleitos ni rivalidades a muerte. Ya no quiere oír más amenazas de pulverizar adversarios o freírlos en calderos de aceite (sobre todo porque saben lo difícil que es encontrar un poquito de aceite para freír plátanos en la casa).
La alternativa democrática, además ha sido muy clara y precisa en el ofrecimiento de un modelo político y económico que contrasta abiertamente con el que hemos sufrido en estos últimos 14 años. La recuperación de la paz y la seguridad personal, la insistencia en la educación como prioridad suprema, cumpliendo la vieja consigna de Sarmiento de “gobernar es educar”, el ofrecimiento de mecanismos para la creación de empleos seguros y bien remunerados y la solución a los eternos problemas del abastecimiento de los artículos esenciales, combinados con la defensa del derecho a la propiedad privada, la eliminación de las expropiaciones y confiscaciones caprichosas y la implantación de un estado de derecho y justicia, como lo ordena la Constitución, crean una fuerza expansiva que ya se siente a lo largo y ancho de Venezuela.
En Octubre habrá que escoger entre el pasado tenebroso y un futuro en el cual dependeremos de nuestro esfuerzo y dedicación para recuperar el orgullo de ser venezolanos y dejar de ser una madre de la cual huyen sus hijos, para volver a ser el refugio de quienes quieren construirse un porvenir con su propio trabajo.
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