Huye hacia adelante con morbosa vocación de suicidio
Otra fuga de Chávez
Chávez se debate entre huidas consecutivas. A Venezuela va de vez en cuando y por unas cuantas horas. Su última fuga es el abandono de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Al tiempo que incorporaba al obsecuente José Vicente Rangel al Consejo de Gobierno integrado por sus incondicionales, Hugo Chávez Frías al partir hacia el regazo de Fidel Castro anunció que había ordenado la salida de Venezuela de la CIDH.
Con esta desconcertante decisión, como bien lo señaló el vocero de la oposición democrática venezolana, Ramón Guillermo Aveledo, Chávez coloca a sus compatriotas en un estado de indefensión y aumenta el aislamiento del país entero.
Pero el disparate de Chávez no es inocente ni improvisado. No es producto de los malos consejos de sus servidores más cercanos, hoy aturdidos por la enfermedad del caudillo y el miedo a tomar iniciativas. No, es algo deliberado. Ordenado por la cabeza que piensa por él.
Chávez se va de la CIDH porque los cubanos lo han instruido para que debilite a la OEA. No en balde el ecuatoriano Correa ha formulado opiniones similares a las del mandamás venezolano con respecto a la CIDH.
El propósito de los neo comunistas teledirigidos por Cuba (Chávez, Correa, Morales y Ortega) con la aquiescencia de Lula Da Silva y Cristina Kirchner, es promover una entidad de integración hemisférica que excluya a los Estados Unidos y Canadá. Algo así como un helado de chocolate sin chocolate.
Y desde luego, Chávez quiere evitar las investigaciones de la CIDH, que con toda seguridad conducirían a sanciones a su gobierno por flagrantes violaciones a los derechos humanos. Una vez más entonces, Chávez huye hacia adelante con una morbosa vocación de suicidio.
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