Pérez Olivares maestro de su tiempo

Alexis Ortizjalexisortiz@hotmail.com

Contribuyó en América a la popularización del pensamiento social cristiano

Pérez Olivares maestro de su tiempo

Enrique Pérez Olivares, venezolano de estos dos siglos y milenios, vivió para educar a sus semejantes en los principios del cristianismo con sabor a perpetuidad.

Su historia magisterial y política es rutilante:

Director de la Escuela de Derecho y Decano de esa facultad en la Universidad Central de Venezuela(UCV); ministro de Educación y después de Información y Turismo; gobernador de Caracas; secretario general del partido Social Cristiano COPEI; director del IFEDEC, instituto de formación de los demócrata cristianos de América, con el nombre del prestigioso internacionalista Arístides Calvani, y asociado a la fundación alemana Konrad Adenauer. Y por último rector fundador de la Universidad Monteávila (UMA), ese plantel de educación superior auspiciado por el Opus Dei, una obra de reconocida vocación de liderazgo.

Si alguien contribuyó en América a la popularización del pensamiento social cristiano, fue Pérez Olivares. Sus libros enseñaron de modo sencillo pero consistente, los compromisos políticos y éticos de los que optaron por la vía del cambio y la modernización en paz y en democracia.
En uno de sus libros inolvidables, aprendimos que tres son los valores fundamentales para los cristianos que asumimos la política como exigencia de servicio público, vale decir, de amor al prójimo. El los llamó principios metapolíticos y son:

La dignidad de la persona humana. El hombre creado a imagen y semejanza de Dios, tiene una dignidad inmanente e inalienable, que está por encima de cualquier otra consideración.

La perfectibilidad de la sociedad civil. Sin pretensiones de perfección, que es sólo un atributo divino, la sociedad puede y debe mejorarse. Y la identificación con el cambio pacífico es la tarea de los cristianos.

La primacía del bien común. La felicidad colectiva es una meta que debe afincarse en el bienestar individual; no se trata de que el interés general rousseauniano apabulle los derechos individuales, sino de que lo social y lo personal se fertilicen recíprocamente.

Enrique Pérez Olivares fue un ciudadano útil, libre y sobre todo educativo.